Existencia
*
No sé si existe el alma,
me la arrancaron un nublado día, ya pasado...
¡ ni recuerdo cuando !
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No sé si se adormece el dolor,
pués en tan familiar se convirtió,
que ya ni lo siento quemar en el vientre,
es vieja herida latente.
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Ya solo soy una niña ausente en el sendero,
un hueco enfermo, en el tronco del viejo castaño
casi derrumbado por el pasado...
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Un desgarro en el pecho inocente,
un grito en la noche demente,
una pálida estrella sin luz,
a la vez ardiente e indiferente...
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Asi romperán sus lazos las ramas secas
del árbol que, sin llanto,
caen al suelo y se funden en moho
y ceniza de invierno.
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Y en esa pradera de muerta indiferencia,
ni la cándida lluvia lava la conciencia.
Culpable fuí, si miré demasiado hacia dentro...
si busqué en sordos paisajes la verdad y el ensueño...
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Culpable fuí si penetré demasiado hondo
en el dudoso espejo del mundo.
Si di crédito a la engañosa vanidad
de su frágil humanidad.
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Ese universo vacío quebró
el alma que hoy no encuentro...
en ese ámbito tan nuestro, se atropellaron despacio,
las quimeras, los juegos, los amores, los deseos...
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Pagada pues la deuda está, a esa vana esencia
que jamás aprendió a amar.
Olvídame ya, ¡ maldito pesar mío !
¿ Acaso no has advertido que de tanto golpear,
ya ni tu roce siento ?
Marie-Ange Bonnevie.
Cazilhac; le 28.11.2002
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