Rebeldía al dolor.

*

Días eternos de invierno,

hundidos en una quimera de adolescencia.

Y tu no me amas un día,

y más tarde regresa un instante la luz a tu memoria.

Y revienta el frío en el vientre herido...

que no es frío...

es puro miedo al silencio del teléfono.

*

Miedo al silencio de tu boca,

miedo al olvido de tu piel en la distancia, al tiempo...

miedo mordiendo con saña cada lágrima que impotente, resbala.

Noches y noches velando sin rumbo,

soñando con imposibles deseos.

 *

Madrugadas inquietas,

debatiendo sin tregua con viejos fantasmas,

dudas al acecho de una última esperanza.

Imposible distancia de vidas separadas por insondables océanos,

por montañas de espinas extrañas en caminos hambrientos.

*

Y aùn así, late intenso el amor, la ternura,

quema la tortura del deseo...

sentimiento eternamente vivo, eternamente encendido...

late con fiebre y angustia secreta...

con las ansias del que vive una antigua y frágil pasión incierta.

Amor sin confidencias,

amor sin escape ni sentido, amor eterno, profundo y prohibido.

 *

Amor que se alimenta de silencio y disimulo,

que tiembla en la húmeda soledad de un lecho vacío.

Mentiras y mentiras solapadas de alegría para no perderte...

llanto contenido,

disfrazado de sonrisa en la tímida voz de un teléfono...

y asombrada,

 te escuchas decir que la vida es bella...

 *

 Y dices así,  casi en un suspiro...

no te preocupes cariño, yo aguanto, yo aguanto....

te echo de menos, sí...

te busco en el murmuro del viento, en el silencio de la noche vacía...

no te preocupes amor, me basta el calor de tu recuerdo.

Y así aguardaré hasta....

hasta que expiren de hastío los sentimientos.

 *

Marie-Ange Bonnevie

Cazilhac Le 27. 11. 2005