Amores extraños

*

El amor es una extraña enfermedad incurable, 
una dolencia que, sin tregua, 
tambalea sentimientos de paraiso a infierno. 
Y yo vivo enferma de ti... 
de tus caprichos de señor satisfecho. 

*

Somos dos extraños que se amaron, 
que se buscan y se pierden, y se vuelven a encontrar, 
para volverse a romper, 
en los exóticos designios del destino. 

*

Tú...

que te conformas con pensarme en los momentos de ocio... 
que te mueves día a día en mundos ajenos, 
tú, que dices detener el poder de soñar a la carta, tus deseos... 
que con la imaginación navegas en la noche, al antojo del viento, 
y te dejas arrastrar por la corriente, más allá del horizonte, 
hasta lograr alzarte soñando, a la cima del orgasmo. 

*

Y yo... 
pobre miserable materia, ciega del dolor de tu ausencia, 
solitario corazón frustrado, 
de años y años soñando con espectros del pasado. 
Soy alma frágil, 
que no obtiene sosiego amándote en silencio, 
piel indigente que no se alimenta 
con el roce de caricias de recambio. 

*

Manos visionarias que tientan sin ardor, ni existencia, 
labios plenos de promesas, labios que no besan, 
brazos imaginarios que ni rodean el talle, 
ni confortan la esencia. 
Cuerpo húmedo de ansiedad e impaciencia... 
cuerpo abierto al deseo, eternamente insatisfecho. 

*

Y el tiempo resbala... 
y la distancia se hace infranqueable, 
y no existe remedio que turbe el dolor de no tenerte, 
no distraen ni los días ni las noches,
no consuelan los reproches.

*

Ya no atiendo ni a cordura ni a paciencia, 
necesito sentirte y saciar a tu lado deseos y afectos, 
necesito gozar contigo de un tiempo que ya no tengo... 
solo anhelo un instante para poder amarte, 
aunque después me disuelva en el aire, 
al igual que lo hacen tus sueños de amante inconstante. 

Marie-Ange Bonnevie

Cazilhac, le 05. 01. 2005