Caminando

*

Y fue así de repente...

 caminando una mañana entre la apresurada

multitud de la ciudad, que la soledad

me estalló en el pecho.

**

 Por primera vez sentí el vacío de

la humanidad penetrar los sentidos.

Por primera vez caminé en la melancolía

de mis familiares tormentos...

**

Sentí en mí la insufrible indiferencia del gentío

atropellado en las calles,

del vacío del inflexible desierto,

de la frialdad del océano.

Fue como un sordo estallido que alborotó el alma,

aquella mañana de revelaciones extrañas.

 **

Me pareció que dejaron de cantar

los pájaros y los cielos se nublaron.

El aire olía a tormenta,

el viento sopló en tristes lamentos

y en el mar, las aguas calmas y claras se

transformaron en turbias ondas furiosas...

**

En el centro de ese huracan de sentimientos

se rompía el frágil equilibrio de ese amor que,

 cual ineludible maleficio,

quemaba dentro de mi cuerpo.

**

Es melosa tu voz cuando te vence el deseo.

¡ Cuantas palabras falsas e inútiles gestos

de cariño incierto !

 Y cuando vencido se rinde mi cuerpo...

Ya no es amor, ya no es nada, ya es pasado

desprovisto de misterio...

**

 Recupera tus manos vacías de amor

y aléjate de mi dolor !

Déjame vencer la pena de tu ausencia

en el tumulto de los vientos del destino.

  Déjame perderme entre la gente que ignora

la tristeza de mi alma rota...

Marie-Ange Bonnevie

Cazilhac le 06.01.2003