El pozo

Otra vez se desvaneció, lívida,

la mansa sonrisa que después de tanta lucha,

tiempo y tormento, renació en sus labios inquietos.

Y fue para morir de nuevo

entre el impasible barro de tus manos.

**

Otra vez volver a caer en el oscuro e insidioso cerco.

Con el miedo cruel urgando en las entrañas,

y un puñal sollozando en el pecho,

aún más fuerte que el silencio.

**

Más esta vez venía de lejos...

mordía el eco sereno de la infancia,

las raices del alma, la confianza.

Esta vez el cerco era estrecho...

el cuchillo de la herida desgarró airado,

los más anclados recuerdos.

**

Ya no subsistía fuerza en el alma,

ni dogma, ni sueño de esperanza, no quedaba nada...

 se desvaneció el día y surgió la noche

con sus desmesuradas sombras perversas.

Sus maleficios ardiendo en el cuerpo,

su áspero cortejo de temores perpetuos.

**

Presente y pasado sin futuro, confundidos

en un mismo pozo de impenetrable falsedad,

de fango y obscenidad.

¿ Donde se hallará el fondo del abismo ?

¿ Donde expiró la ternura y el cariño ?

**

 ¿ Es cierto que no queda amor en la tierra ?

¿ Que jamás triunfará la verdad ?

¿ Que se extravió en el lodo la pureza ?

 ¿ No vive voz, que brotando del corazón,

grite a la apatía de este inmenso mundo vacío,

que a fuerza de sostener mentira y aflicción,

no es posible que renazca el bienestar de un corazón ?

Marie-Ange Bonnevie

Cazilhac, le 04.01.2003