El peregrino

Espinas y más espinas en los cruzados

senderos del camino.

Zanjas y piedras desmesuradas en la noche sin aliento.

Luces inciertas, destellos extraños,

voces ausentes que se pierden entre

los callados campos del camino de Santiago.

Se extravía el peregrino en la oscuridad sin estrellas

de la noche ciega.

¿ Quién guiará sus pasos exhaustos por la soledad y la niebla ?

Cuantos sentimientos esconde su alma,

entregada a la esperanza de salvarla ...

no decae su fe, camina y camina sin reposo,

hambriento y sediento del perdón de tantos años

de extravíos y tropiezos.

Más no solo carga su pena,

en sus hombros descansa el pánico y la miseria

de la humanidad entera.

La lluvia cae y su espalda tiembla de fatiga y tristeza.

No hay cobijo, ni pan, ni vino, que conforten su cuerpo herido.

Quiebran de dolor sus gastados huesos en la noche sin destino.

Cubre sus ansías con la gruesa capa mojada,

que alberga los pesares del alma,

y despacio, muy despacio...

cierra los ojos, se deja caer hacia el áspero suelo,

y se hunde sin transición en un tupido sueño.

Marie-Ange Bonnevie

cazilhac, le 03.04.2003