Tu nombre
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Surgieron risas y besos, perfumes y flores de límpidos colores,
jugando en el cerco del inésperado regalo de tus brazos.
Un sueño insólito que iluminó el fosco desierto,
sediento de tantos anhelos muertos.
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Resplandecieron dulces noches y apacibles madrugadas,
exhaustas de caricias mil veces sugeridas...
mil veces repetidas.
Manjares de palabras con acentos nuevos,
alimentando el hambre incesante del instante.
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Y ondeando perezosamente entre placer y sentimiento,
con tu nombre flameando surcos inmortales en mi cuerpo,
se amordazaron las ansias de los años en suspenso.
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Acaricié en la distancia tus sosegados sueños,
se evaporaró el rencor, la duda, el miedo...
y el eco de tu nombre se anidó hondo en mi pecho,
cual dócil párbulo reencontrando su lecho.
Y así, despacio... en una nube intangible de ilusión,
paseamos por un cielo despejado de tormentos.
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Tu nombre...
ese mismo que tantas veces pronuncié en secreto,
como ayer, como siempre, ignorando el paso del tiempo,
el que incansablemente, diseñó imborrables sonrisas en mi piel,
y aspiró de mi boca a borbotón, la inocencia, la espera y el dolor.
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Marie-Ange Bonnevie
Cazilhac, le 13. 04. 2004