Las manos
*
Se suspendieron tus manos en el espacio...
se abandonaron, inútiles, a los gestos familiares del pasado.
Se doblegaron ante el abismo insidioso de un mal ánimo.
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Y por un obstinado recuerdo, sin decaer un instante,
quise borrar ese viejo dolor que roe el corazón.
Y esperé y esperé...
nunca sabrás como esperé ese frágil momento,
arropando mis ansias entre las páginas de un cuento.
**
Vana esperanza evaporada en el aire.
Entregaste solo indiferencia, distancia, interminable ausencia,
de nuevo hirieron tus palabras, huecas de emoción.
Y esas manos tanto tiempo anheladas, cayeron inertes... acabadas.
**
Nunca sabrás como te pude amar,
porque al morir el día se esfumó la vida...
Pero ni las espinas de aquellas rosas heridas, entre mis manos vacías,
ni los labios cansados por los besos ahogados,
lograron que venciera el desprecio, aunque muriese el sueño.
**
Te esperé sin flaquear,
toda una existencia que sin ti, juzgué vacía.
Y ahora que el fin se perfila,
que vencidas, mis manos tiemblan ante la faz de la tierra,
ahora que la vida, poco a poco de mi piel se retira...
**
Ahora que el desaliento invade el alma,
cansada de ilusorias palabras gastadas,
que la mente vacila sin tregua entre locura y agonía,
solo ahora advierto con pesar,
que ya da igual si vienes o te vas...
que es demasiado tarde para amar.
*
Marie-Ange Bonnevie
Cazilhac, le 09. 02. 2004
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