El camino de los sauces

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Vuela el pensamiento atraído por el misterio

de la noche blanca en su corazón inquieto. 

Va su caminar hacia otras épocas cálidas

y placenteras.

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Viajan al encuentro de rosas, caricias y suspiros...

de besos y ardientes murmullos bajo los

sauces llorones que mecen el río.

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Esos perfumes familiares y hechiceros

en la noche sin sueño,

le atraen cual imán hacia la magia

de aquellos furtivos encuentros.

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De su pecho desboca un latido clandestino y prohibido.

De sus labios desvalidos se fuga un nombre

mil veces reprimido en el silencio...

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 Y se llena la boca del sabor de su aliento...

y sus ojos contemplan el reluciente

azabache de sus cabellos flotar al viento,

enredar sus dedos, acariciar su pecho.

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 Tiembla su cuerpo de aquel otro cuerpo

 plasmado en un lienzo...

de la etérea piel satinada de aquellas

noches de ensueño...

 de sus palabras ardientes, de sus secretos...

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Silenciosas en la distancia, sus manos agitadas, avanzan...

luden el vacío de su mundo perdido en

las brumas del destino.

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Sondean febriles y a ciegas el quimérico

encuentro de su amor defraudado, entre

los sauces de los sueños ahogados...

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Y a pesar de la nube de ilusión que parece colmar el corazón,

a pesar de los jubilosos latidos que rebosan del pecho, 

el encanto ya se escapa de su agitado lecho.

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Lentamente una lágrima resbala...

cálida, pálida, inquieta, amarga...

Y en ese mar de sueños extraviados...

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Como un niño perdido en el descuido,

su alma se desliza sin amparo en

el camino de los sauces dormidos...

Marie-Ange Bonnevie

Le 02.08.2002.