Fuegos
*
Quemé esa última noche el árbol de ilusiones repleto.
Ya no soportaba sus raíces podridas de engaños,
y viajando a través de la estrecha ladera del encanto de antaño,
los tranquilos cánticos de ayer, se hicieron pesados y amargos.
**
Quemé ese amor total y ciego, que, de tanto desbordar,
ya no cabía en el pecho,
y apagué el fuego con las lágrimas del dolor muerto.
Seria tan plácido creer en ti, sin esperar amaneceres nuevos...
sería tan dulce pensar sin dudar, que el alba es alba,
que no me mientes, que si me amas...
**
Más de aquel fuego, sobrevivieron cenizas
en la pálida luz de aquella mañana extraña.
La casa que albergó los sueños, las risas, la esperanza...
hasta los maltratados sentimientos del corazón inquieto,
se retorcieron en filigranas macabras,
al son inerte de la música gastada.
Marie-Ange Bonnevie
Cazilhac le 08.06.2003
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