Llora, mi pueblo...
*
Llora,
mi pueblo malherido, llora vencido...
sudan
sangrientas tus piedras orgullosas y rugosas,
testigos
inmóviles del furor inútil de los hombres.
Olvida
un instante la justa cólera de la pubertad,
ignora
la insensatez y la sucia indiferencia
de
la sociedad actual.
Sueña
de ingenuas caricias agrestes,
de
intemporales lluvias celestes...
de
aquellos tiempos de efímeros encuentros,
de
amores castos y eternos, sinceros y tiernos...
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Corrientes
y vientos tranquilos en las noches de estío,
rumores y suspiros secretos,
en los labios de los amantes
clandestinos.
Huracanes
de invencibles pasiones,
bajo los quietos y mudos sauces llorones.
Hombres
de honor y damas fervorosas,
Piedras
deshechas del pasado,
presentes
en nuestro inevitable destino inerte.
Ideales
por los suelos,
corazones
hundidos en el tunel del olvido.
Desprecio
e indiferencia cegando los ojos,
que ya ni persiguen ideales nuevos.
Una
espada que rasgó el cielo boreal, apagó los sueños,
una quimera en la sonrisa quieta de una niña,
ahogada
Una manos vacías buscando en vano un recuerdo,
y yo, desarmada e inamovible,
contemplo el astro del tiempo
flotar,
como
nubes espesas de niebla hibernal.
Marie-Ange Bonnevie
Cazilhac, le 17. 02. 2004.
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